
Ni siquiera es que México haya jugado mal. No va por ahí. Larealidad es que Nigeria fue infinitamente un mejor equipo y punto. Como yahabía dado prueba en todo el certamen, el equipo africano, con todo y las dudasque había sobre la real edad de sus integrantes, traía un nivel distinto alresto, se encontraba a años luz de los otros y los 26 goles anotados con losque cerraron el certamen te dan prueba de ello.
Los goles del encuentro fueron un autogol de Aguirre, alminuto 9; Iheanacho, al 56’, y Muhammed, al 81’, y decretaron el triunfonigeriano.
México fue valiente. Y hay que sentirse orgulloso de esteequipo porque, a pesar de sus claras limitantes frente a los africanos, RaúlGutiérrez y sus muchachos se murieron con la suya, de imponer el conjunto a laindividualidad, de ser solidario y no apostar por la brillantez de uno solo.
Y también fue agresivo. Sabían que era una apuesta muyarriesgada. La perdieron. Enfrente había una máquina de hacer goles. No erapara menos. Pero el Tri saltó al campo a atacar, a tratar de hacerle daño alrival y Nigeria le aceptó el reto. Lo esperó, tranquilo, sin aspavientos, ycuando hubo que meter velocidad, lo hizo para desbaratar los sueños mexicanos.
Los nigerianos aprovecharon su gran físico. Ydefendían con nueve, cerrando cualquier centímetro de cancha a los mexicanos, yatacaban muy poco; las estadísticas así lo avalan, pero cuando se desataban, lohacían hasta con siete hombres, copando a su rival y siendo letal. La ecuación: llegadas al arco-gol, le da un altísimo porcentaje de efectividad a loscampeones del mundo.
Ni los intentos de Iván Ochoa por derecha, el ir y venirdentro y fuera del área del Güero Díaz, el empuje de Govea y Rivas o los gritosde Wibas y Terán surtieron efecto. Todo fue estéril. Nigeria era un bloqueinquebrantable y un león a la hora de atacar. Demasiado para un Tri que eramucho equipo, pero poco talento a la hora del desequilibrio individual.
En este México no había las grandes figuras, esasdesequilibrantes que te resuelven el partido en una jugada. Y hoy hacían faltaesos. Pero nada para lloriquear, porque igual de meritorio fue la apuesta porel juego de conjunto. No sirvió, Ni hablar. La actuación de El Potro y susmuchachos es brillante, nada menor a eso.
México se quedó en la orilla. Pero en nada se parece a loshabituales tragos amargos que nos receta nuestro futbol. Hoy hay que sentirorgullo. La Sub 17 volvió a ser ejemplo, a dar lección.
ONCE México: Gudiño, Wbias, Terán, Rodríguez;Hernández,Díaz, Ochoa, Aguirre; Rivas, Govea y Jaimes
ONCE Nigeria: Alampasu, Muhammed, Okon, Idowu;Abubakar,Alfa, Iheanacho, Yahaya; Nwakali, Awoniyi y Bello
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