***Luego de un concierto en Barranquilla, celebró en casa. Se encerró en su cuarto para no salir más
EL TIEMPO/ COLOMBIA
Tres días duró para los ‘diomedistas’ la celebración de un nuevo álbum de su ídolo, Diomedes Díaz. Tan solo el jueves el cantante vallenato había estrenado 'La vida del artista' y alcanzó a agradecerles el apoyo a sus seguidores. Pero, este domingo, descansaba en su casa cuando sobrevino el ataque cardiaco que acabó con su vida.
Díaz sobrevivió a varias operaciones, incluso unas a corazón abierto, y otras como la del año pasado, a consecuencia de un accidente automovilístico. Muchas veces sus seguidores hicieron cadenas de oración durante semanas, esperando milagrosas recuperaciones que se dieron. Y el artista volvía a los escenarios.
A Diomedes, la muerte se le presentó mientras dormía en su casa de Valledupar en una tarde de domingo. Su último concierto lo dio en Barranquilla, el viernes. De ahí salió para Valledupar, donde estuvo celebrando con su mánager, José Zequeda, durante varias horas. Al despedirse de él, le dijo: “Me voy a morir, porque usted se va y me va a dejar solo”. (Vea: Recordando el paso de EL TIEMPO... Diomedes Díaz).
Después se encerró en su cuarto, como hizo muchas veces, y no salió más. Al notar que no se levantó a desayunar, su esposa, Consuelo, llamó a Zequeda, que sugirió dejarlo descansar.
Pero, pasadas las 2 de la tarde, hicieron que un niño entrara por la ventana, tal como hacían en sus frecuentes encierros. Lo encontraron rígido y frío. Lo llevaron a la Clínica del Cesar, pero ya estaba muerto. (Lea: Diomedes Díaz, una vida dedicada al vallenato y a los excesos).
Durante los últimos años de su carrera musical, a los ‘diomedistas’ no les importaba si cantaba afinado o si llegaba tarde, lo seguían con una veneración que Díaz cultivó desde sus mejores décadas, los 80 y los 90, hasta la muerte de Doris Adriana Niño, que marcó su declive. (Vea: El mundo de la música llora la muerte de Diomedes Díaz).
La vocación musical de Diomedes Dionisio Díaz Maestre, nacido el 26 de mayo de 1957, en la finca El Carrizal, en La Junta –corregimiento de San Juan del Cesar (La Guajira)–, se reveló desde su infancia, cuando se colaba en las parrandas a cantar, más con la intención de que el público conociera los versos de su inspiración, que de ser cantante.
Su tío, el fallecido acordeonero Martín Maestre encaminó su talento vocal. Pero Díaz no dejó de componer y a esa habilidad le debió su contratación como mensajero en bicicleta en radio Guatapurí, emisora que difundió su primera composición: La negra. Su bautizo musical como ‘El Cacique de La Junta’ proviene de esos comienzos en 1976, cuando Rafael Orozco y Emilio Oviedo le grabaron la canción Cariñito de mi vida, en la que Orozco lo saludó como ‘El Cacique de la Junta’.
En esos tiempos, un tercer lugar en la categoría de canción inédita en el Festival de la Leyenda Vallenata acercó a Diomedes con el acordeonero Náfer Durán –hermano de Alejo–, con quien grabó, en 1977, su primera producción como artista independiente, titulada Herencia vallenata, de la que se destacó la canción El chanchullito, también compuesta por él.
Y no tardó mucho en grabar otro disco, Tres canciones, de 1977, al lado de Elberto ‘El Debe’ López, un buen comienzo discográfico. Y al año siguiente, 1978, de la reunión con el acordeonero Juan Humberto ‘Juancho’ Rois resultó el disco La locura, un clásico que convirtió a la pareja Díaz-Rois en una leyenda.
Sin embargo, la época dorada de los dos músicos esperó varios años, puesto que al año siguiente, Díaz formó dúo con Nicolás ‘Colacho’ Mendoza, con quien trabajó hasta 1984. Juntos grabaron canciones como Bonita, Tu serenata y Fantasía. Se recuerdan los álbumes Dos grandes, Tu serenata y Todo es para ti.
Con Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina, su acordeonero desde el 84 al 87, Diomedes grabó éxitos como Sin medir distancias y Si te vas te olvido. Y el regreso con Juacho Rois ocurrió en el 87, cuando juntos lanzaron el álbum Ganó el folclor. A los que siguieron El cóndor herido, Canta conmigo, Mi vida musical y El regreso del cóndor, en los años siguientes.
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