AFP |
La guerra iniciada hace dos semanas entre los rebeldes que combaten contra la dictadura de Al Assad y los yihadistas del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL, brazo armado de Al Qaeda) ha causado la muerte de más de 1.000 personas en Siria, según datos recogidos por el Observatorio Sirio en Derechos Humanos.
El organismo, con sede en Londres, documentó 1.069 muertes en combates desde el 3 de enero y sospecha de otras 400 muertes que no fueron anunciadas.
Entre las documentadas habría unos 130 civiles, junto con 312 combatientes del EIIL y 608 combatientes de grupos rebeldes rivales. Muchas de las víctimas fueron ejecutadas tras ser tomadas como prisioneros, añade el Observatorio.
Precisamente la Alta Comisaria de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, dijo en Ginebra que las ejecuciones masivas realizadas en el norte de Siria por grupos rebeldes extremistas, sobre todo el EIIL, deben ser perseguidas como crímenes de guerra.
En las últimas dos semanas, la ONU recabó informaciones sobre asesinatos brutales de civiles y miembros de grupos rebeldes rivales que no estaban en condiciones de combatir, señaló Pillay, que exigió a los grupos opositores en Siria que se abstengan e impidan violaciones contra los derechos humanes internacionalmente reconocidos y especialmente de crímenes de guerra.
El Consejo de la ONU para los Derechos Humanos recibió informaciones de testigos de lugares como Alepo, Idlib o Al Rakka sobre este tipo de ejecuciones.
Por ahora no hay cifras exactas de víctimas, pero se sospecha que miembros del EILL mataron a numerosos civiles y combatientes prisioneros de otros grupos rebeldes de comienzos de año.
Impulsado por el importante poderío que cobró –y sigue cobrando– por su intervención en Siria, el EIIL ya cruzó a Irak, donde cuenta con el control de las ciudades de Fallujah y Ramadi.
El grupo terrorista justificó sus ataques en respuesta a una supuesta marginalización a la minoría suní por parte del gobierno de Nouri al Maliki.
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